martes, 19 de abril de 2016

Iter - 1. El porqué de una exposición



Hasta el próximo 15 de mayo puede verse en el Museo Arqueológico de Córdoba la exposición Iter ab Corduba Toletum, centrada en la comarca de Los Pedroches en época visigoda. Llevo un tiempo un poco liado, y aparte de anunciar la muestra publicando el cartel, poco he dicho hasta ahora sobre la exposición. ¡Con lo que a mí me gusta contar lo que hay detrás de lo que se ve!

Se trata de una exposición de pequeño formato, integrada dentro del programa de difusión del Museo Arqueológico de Córdoba, que entre otras cuestiones pretende completar con estas actividades su reducida exposición semi - permanente que se centra especialmente en la propia ciudad de Córdoba. El pequeño formato tiene una explicación física: mientras no se ultime la remodelación del Palacio de los Páez de Castillejo, la reducida aula didáctica es el único espacio disponible para exposiciones temporales. Ya conocía lo que supone montar una exposición en este lugar. De hecho, incluso alguna de las piezas del Museo PRASA Torrecampo que se exponen ya se había mostrado en esta sala en una exposición temporal anterior (Mugawwar & Corduba, a la que dediqué varias entradas en el blog entre las que os destaco ésta sobre las no siempre fáciles relaciones entre Córdoba y Los Pedroches). Y también en esta ocasión estoy muy satisfecho del resultado.

Pero ¿por qué Los Pedroches? Y ¿por qué esta etapa histórica? En general, porque son espacios y tiempos demasiadas veces olvidados. Intento explicarlo un poco más detalladamente.

Los años que van entre la instalación definitiva de los pueblos "bárbaros" (que no significa otra cosa que "extranjeros") en la antigua Hispania romana, que podemos situar por buscar una fecha cerrada en el año 411, y la entrada de los musulmanes en el 711 han sido, hasta hace poco tiempo, un período muy poco atractivo para los historiadores. Tan poco atractivo, que incluso tenemos problemas para ponerle nombre. Parece que en estos momentos se impone denominar a este tiempo como "Antigüedad Tardía", algo que a mí, sinceramente, no me gusta. Y no me gusta, intentando ser objetivo, porque creo que puede crear confusión con otro término generalmente aceptado, el del mundo "tardorromano", que no es exactamente lo mismo. Y, sobre todo, porque me da la sensación de que la catalogación de "tardía" introduce un cierto matiz peyorativo: tardío, decadente respecto al período clásico.

Además -no siempre pretendo ser objetivo-, no me gusta "Antigüedad Tardía" para catalogar un período que siempre me ha atraído personalmente. En las "invasiones bárbaras", en el asentamiento de estos pueblos a la caída del Imperio Romano en diferentes áreas de Europa y en la formación de unas estructuras económicas, políticas y sociales diferentes ("proto-feudalismo", se le ha llamado en algunas ocasiones) está la base de nuestra Edad Media. Y yo, que soy medievalista, no estoy muy por la labor de aceptar sin quejas catalogar de "antiguos" a estos 301 años. De hecho, recuerdo que hace unas décadas, quienes desde el medievalismo se acercaban a este período llegaron a llamarlo "Muy Alta Edad Media". Sin mucho éxito, todo hay que decirlo, porque la verdad es que tampoco suena demasiado bien. Y aquí lo dejo.

El caso es que, desde hace años, los pocos que han centrado sus miradas en esta etapa no han sabido muy bien qué nombre darle. (¡Con lo fácil que es hablar de época romana o de época andalusí!). Ya en 1925, cuando cuando Manuel Aulló publicó un artículo sobre las cerámicas de esta época salidas de las excavaciones de Ángel Riesgo en Los Pedroches, las catalogaba como "post-romanas o proto-medievales". Y la indefinición la recogerá años más tarde Ana María Vicent, que titula un artículo sobre estas mismas cerámicas, integradas en la "Colección Aulló" del Museo Arqueológico Nacional, como "postromanas preislámicas". Está claro que así no se pillaban los dedos, pero permitidme que os dé mi opinión personal: cuando definimos una etapa histórica por lo que no es quizá sea porque no tenemos muy claro qué es lo que sí es.

Y ese es uno de los objetivos principales de esta exposición: dar a conocer, siquiera mínimamente, una época, una cultura, demasiadas veces olvidada. Utilizando, aunque sea, un término que a mí es el que menos me molesta, aunque soy consciente de que no es del todo propio: "época visigoda". Un término, reconozco, no totalmente exacto, porque quienes se asientan en el siglo V en el solar de la antigua Hispania no son propiamente visigodos, sino un conjunto de pueblos bárbaros entre los que destacan en los primeros momentos Suevos, Vándalos y Alanos; porque no sólo hay bárbaros, además, sino que durante este tiempo la presencia bizantina fue muy destacada; porque la mayor parte de la población, en fin, ni era bárbara ni bizantina, sino descendiente de los hispanorromanos que habían poblado anteriormente estas tierras. Pero, a fin de cuentas, un término (el de época visigoda) con el que creo que todos podemos entenderlos sin molestar demasiado (lo reconozco: al menos, sin molestarme demasiado a mí).

El olvido en el que hemos tenido a estos 301 años en la historia de Córdoba quizá no sea demasiado difícil de entender. Ante la importancia de Corduba, convertida en la capital de una de las provincias más ricas e influyentes del Imperio Romano, y de la Qurtuba andalusí, capital de uno de los Estados más desarrollados de la Alta Edad Media ¿no es fácil olvidarse de un triste período intermedio que no nos ha dejado nombres tan fastuosos como los de Claudio Marcelo (y restos tan bien situados como los del Templo Romano de la calle que lleva su nombre) o los de los Abderramanes (y esa Mezquita...)? Así ha sido durante décadas. Y, en parte, así sigue siendo aún.

Si nos centramos en un tiempo casi olvidado ¿qué decir del espacio? ¿Qué decir de Los Pedroches? Aislado desde el siglo XVIII, cuando por diferentes intereses se abandonan los pasos naturales más aptos para comunicar la Meseta con el Valle del Guadalquivir, resulta difícil incluso justificar el estudio de la Historia de esta comarca. Y ya no digo compararla con la importancia de Toledo, capital del reino visigodo de Toledo, o con la Córdoba capital Omeya. Pero, si estas ciudades eran tan importantes ¿qué pasaba en el espacio surcado por los principales caminos que las comunicaban? ¿Era una zona tan atrasada en un tiempo que ya de por sí nos parece atrasado?

Así nació la idea de montar una pequeña exposición sobre Los Pedroches en época visigoda. Si conseguimos despertar el interés por la historia de este espacio y de este momento histórico, habremos cumplido nuestro objetivo.

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