lunes, 23 de julio de 2012

XXIV Folk Pozoblanco

Eliseo Parra en el Teatro El Silo

Hoy en día, nadie discute que la tradición oral forma parte de nuestro Patrimonio Histórico. Y poco a poco, la sociedad se va concienciando de que el Patrimonio es frágil, y su pérdida irreparable. Sin embargo, en pocas ocasiones valoramos correctamente aquellas iniciativas que tienen por objeto la recuparción de aspectos tan importantes como la música tradicional. En Los Pedroches tenemos la suerte de contar con unas personas que, desde el grupo Aliara, llevan más de 30 años recuperando una parte importante de nuestra historia. Y, a través del festival de Folk, ofreciendo a la sociedad no sólo sus propias tradiciones, sino también las de otras tierras (ya me referí a este festival en una entrada anterior). Para que podamos comparar, aprender y disfrutar.

Titiriteros de Binéfar
La semana pasada se celebró la XIV edición del Folk-Pozoblanco, con un cartel de verdadero lujo. Inició el festival el grupo infantil Titiriteros de Binéfar. Nos ofrecieron, bajo el título "que llueva, que llueva" un espectáculo en el que las canciones infantiles conocidas por todos fueron sólo una parte. Y en el que el escenario fue también sólo una parte. Porque no en vano, este grupo aragonés obtuvo en 2009 el Premio Nacional de Teatro Infantil y Juvenil. Y consiguieron que el público participara activamente en el espectáculo, convirtiendo en escenario todo el patio de La Salchi.

Eliseo Parra

El sábado 20, tuvimos la suerte de contar en el Teatro El Silo con la actuación de Eliseo Parra. Y el vallisotelano y su grupo nos demostraron por qué, a día de hoy, está considerado el número 1 de la música tradicional española. Magnífica reinterpretación de temas tradicionales a cargo de un grupo de extraordinarios músicos, que acompañaron a un artista de voz prodigiosa que entusiasmó al público del teatro. Eliseo se mostró contento durante su actuación, por la entrega del público y por participar en uno de los festivales más antiguos del país organizado por un grupo -Aliara- que él mismo calificó como "mítico" de la música tradicional española.

Abeiros

Mientras tanto, la música tradicional del norte de la Península llegó a calles y terrazas de Pozoblanco de la mano de Abeiros.


Beltaine

La noche del sábado nos depararía una nueva sorpresa, a cargo del grupo de música celta Beltaine. En una de las tres únicas actuaciones de los polacos en España, dentro de la gira que realizan por Europa Occidental, Estados Unidos y Canadá, Beltaine nos ofreció un repertorio de música celta y bretona en el que de nuevo destacó la calidad de la ejecución musical. Todo un descubrimiento para mí, y creo que un lujo para el festival.

Aliara

El sábado, se cerró con el concierto de Aliara, seguido de la actuación de un sensacional trovero: el cántabro Miguel Cadavieco. Poco puedo decir de Aliara que no haya dicho ya, salvo reiterar la importancia de su trabajo tanto en la recuperación de la música tradicional de Los Pedroches como en la organización artística del festival. En pleno proceso de renovación, Aliara ofreció un concierto, como siempre, memorable.

Miguel Cadavieco
En cuanto a Miguel Cadavieco... Me sorprendió, cuando lo entrevistamos en directo en Punto Radio Pozoblanco, que José María no se cortara en calificarlo como un sin-vergüenza. Pero mi sorpresa se debía, como él mismo me dijo, a que no lo conocía aún. Tuve la suerte de charlar con él un rato compartiendo unas cervezas, y constatar cómo es un verdadero genio, capaz de improvisar directamente letrillas socarronas al hilo de la conversación. Sólo espero que no se le ocurra grabarlas y hacerme famoso con ellas...
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[Todas las fotos: facebook Cultura Pozoblanco]

miércoles, 18 de julio de 2012

Impuestos. Justicia. Historia.

"Dinar de conquista". S. VIII. Museo PRASA Torrecampo


Quizá sea porque las malas noticias económicas se han convertido en las únicas noticias. O porque he visto que mi hermana sigue muy mosqueada con los recortes a funcionarios y empleados públicos. O tal vez porque la crisis es la conversación habitual en los bares, en el trabajo, en la panadería... El caso es que releyendo Conquistadores, Emires y Califas, de Eduardo Manzano (Barcelona, ed. Crítica, 2006), me ha venido a la mente la imagen y las recientes declaraciones del ministro Montoro sobre la subida del IVA.

Tras la entrada de los musulmanes en la Península Ibérica (año 711), el primer interés de los califas de Damasco fue el de obtener beneficios económicos de estas tierras, muy alejadas de su tradicional centro de poder. Para ello, ya los primeros gobernadores se preocuparon de la organización fiscal. El gobernador al-Samh b. Malik al-Jawlani (718-721) se encargó de realizar el primer censo fiscal de la entonces provincia Omeya. El censo fue actualizado, siguiendo el modelo bizantino, a los 15 y a los 30 años, lo que da idea de cómo el cobro eficaz de los impuestos fue una prioridad para el nuevo poder. Y lo continuará siendo durante toda la historia de al-Andalus, cuyos momentos de mayor esplendor vendrán precedidos sin excepción por un reforzamiento del sistema fiscal que tiene por objetivo fundamental que ningún habitante evite el pago de los impuestos que le corresponden.

El primero de los grandes hitos de la historia andalusí lo marca Abd al-Rahman I, último miembro de la dinastía Omeya que se exilia en al-Andalus tras ser derrocada su familia por los Abbasíes. Abd al-Rahman (756-788) termina haciéndose con el poder y convierte la antigua provincia en un Estado independiente de hecho del Imperio Islámico. El comienzo del Emirato Independiente supone una profunda reordenación administrativa y un cambio importante en la mentalidad política. Para afianzar la dinastía, el emir se preocupará de disponer de recursos económicos que le permitan no sólo la correcta administración del territorio, sino también el diseño de una serie de medidas tendentes a lograr la aceptación popular del nuevo poder. El inicio de las obras de construcción de la Mezquita Mayor de Córdoba se integra dentro de este contexto general. Y esta preocupación estuvo presente, como indica Manzano, "desde el momento en que puso pie en al-Andalus" (p. 293). A partir de este momento, los emires tenían capacidad para recaudar la importante suma de 600.000 dinares anuales.

Medio siglo después, y después de un período de crisis del estado cordobés, un descendiente del primer emir conseguirá de nuevo afianzar el Estado Omeya. Abd al-Rahman II (822-852) seguirá para ello el mismo esquema de actuación que había dado buenos resultados tiempo atrás: comenzará sofocando las revuentas internas y reestructurando la administración fiscal para, con esta base, realizar acciones de propaganda estatal destinadas a ganarse el favor popular. En concreto, esta etapa está marcada por la llegada de influencias orientales, que comenzarán a transformar la cultura y las costumbres de un estado que aún era más "ibérico" que "árabe". No es casualidad que durante el mandato de este emir se realizara, en el marco de esta política, la primera ampliación hacia el sur de la Mezquita de Córdoba. Todo ello, por supuesto, sustentado por un reforzamiento de la vigilancia fiscal que le llevó a aumentar los ingresos estatales hasta el millón de dinares anuales.

En el año 912 llega al poder Abd al-Rahman III (912-961). Nuevamente se encuentra con un Estado en crisis, y pone en marcha un programa muy similar al de sus predecesores: control militar, reforzamiento del sistema fiscal y adopción de medidas de afianzamiento de la imagen externa del poder. En el año 929 llega a cambiar el modelo de Estado al proclamarse "Emir de los Creyentes", rompiendo así los tenues lazos de reconocimiento de la mayor posición religiosa del califa de Bagdag que hasta entonces habían mantenido los emires. Entre las grandes obras públicas acometidas por el primer califa de al-Andalus, además de reformas en la Mezquita de Córdoba (que incluyen la construcción de la nueva torre o Alminar), destaca la construcción de una ciudad palatina que servirá de reflejo del poder del nuevo Estado: Madinat al-Zahra. Y nuevamente la base ha estado en conseguir que todos paguen los impuestos que les corresponden. La recaudación anual ha llegado a alcanzar los 5.800.000 dinares.

En nuestros días, el ministro Montoro (responsable de la Hacienda española) declara que ha sido necesario incrementar el IVA por culpa del elevado fraude fiscal. Justo al contrario de lo que históricamente han hecho los responsables de los períodos más destacados de nuestra historia. Y así nos va. Y lo peor de todo es que así nos irá.

domingo, 15 de julio de 2012

El Tesoro de los Almadenes y su historia

Fíbula celtibérica. Foto Museo Arqueológico de Córdoba

Entre los múltiples valores que presenta el conjunto conocido como Tesoro de los Almadenes, al que me refería en la entrada anterior, siempre me ha parecido especialmente interesante el que nos permita explicar cómo, desde la Historia y la Arqueología, podemos reconstruir un suceso bastante preciso de nuestra historia.

Casi inmediatamente después de su descubrimiento e ingreso en el Museo Arqueológico de Córdoba, D. Samuel de los Santos publicó en un artículo su teoría sobre la historia de este conjunto (Boletín de la Real Academia de Córdoba, 21, 1928). Una teoría que, aunque naturalmente sometida a crítica, sigue siendo en general aceptada más de 80 años después. Intentaré explicarla de manera sencilla:

¿Qué, quién, cuándo, dónde, por qué?

Entre fines del siglo II y comienzos del siglo I a.C., un artesano y vendedor ambulante de orfebrería se dirigía desde el norte hacia el Valle del Guadalquivir. De origen y cultra celtibérica, posiblemente caminara con la ilusión de hacer negocio con la venta de sus objetos de plata en la rica Bética. El camino era largo, y había que aprovecharlo al máximo. Las aldeas y poblados que atravesaba le ofrecerían un lugar de descanso, y también un pequeño mercado para sus alhajas. Porque, por pequeño que sea, en todo pueblo podemos encontrar a alguien que quiere destacar socialmente sobre sus vecinos. Y torqués, sortijas, fibulas o vasos de plata son objetos que sólo los más poderosos pueden permitirse.

Por eso, el platero celtíbero no dudaba en detenerse y montar su pequeño tenderete en los núcleos más poblados. Ofreciendo a los habitantes sus mercancías, pero aprovechando también  las horas muertas para seguir trabajando y, si alguien se lo pedía, realizar piezas por encargo.

No sabemos si el artesano iba sólo, acompañado por su familia o integrado en algún pequeño grupo itinerante. Pero lo que sí sabemos es que en un momento determinado, cuando ya había atravesado buena parte de la Sierra Morena y el rico mercado de Corduba estaba cada vez más próximo, fue consciente de un gran peligro.

Nuestro platero divisó a lo lejos el polvo levantado por un ejército. Los ejércitos romanos se afanaban por mantener el control del territorio, lo que durante las décadas anteriores había sido complicado debido a la resistencia de celtíberos y lusitanos.Y siempre era peligroso el encuentro con militares. Tuvo tiempo de apartarse del camino para buscar un escondrijo lo suficientemente alejado como para que pasara desapercibido, pero no tanto como para que resultara difícil su localización una vez pasado el peligro. Allí escondió sus objetos más preciados, con la idea de salvarlos de un saqueo seguro. Quizá intentó esconderse en los alrededores, o tal vez volvió al camino disimiulando, posiblemente con una pequeña cantidad de metal en su taller ambulante. Sea como fuere, aquel fue el último día de libertad -y posiblemente de vida- del platero ambulante que venía de tierras celtibéricas, y que nunca pudo asomarse al Guadalquivir.



¿Por qué lo sabemos?

¿Por qué sabemos que era celtíbero? Porque las piezas elaboradas que se integran en este tesoro tienen una tipología relacionada con el mundo celta, más que con el ibérico. Por ejemplo, las fíbulas presentan unas formas cercanas a las del tipo La Tène, características de la orfebrería celtibérica (puede verse un artículo sobre el tema aquí, interesante para conocer mejor estas piezas, aunque crítico con la teoría tradicionalmente aceptada del platero ambulante que es la que yo reproduzco). Esto no significa que necesariamente nuestro platero procediera de la Meseta Norte, sino que quizá pudo existir un área culturalmente cercana al mundo celtibérico en la Sierra Morena.

¿Por qué sabemos que iba hacia Córdoba? El conjunto fue enterrado intencionadamente, con el fin de esconderlo para recuperarlo posteriormente. Esto explica que el conjunto apareciera dentro de un recipiente de cobre. El lugar elegido para la ocultación está cercano al camino que, a través de Los Pedroches, comunicaba la Meseta con el Valle del Guadalquivir, alejado de cualquier núcleo poblado. El autor del ocultamiento tuvo que disponer de tiempo suficiente para alejarse del camino, enterrar la olla con los objetos de plata y volver, por lo que debió de divisar el peligro a cierta distancia. Desde el lugar del hallazgo sería posible descubrir la llegada de un ejército desde que este coronara la Sierra a la altura de La Chimorra.

¿Por qué sabemos que era un platero ambulante? La teoría inicial de Santos Gener de que el conjunto fue ocultado por un platero ambulante ha sido parcialmente  puesta en duda recientemente por distintos investigadores. Sin embargo, parece claro para todos que estas piezas pertenecieron a un taller de este tipo, ya fuera el propio platero o quien lo adquirió por cualquier forma (¿robó?) el responsable de su ocultamiento.  Sabemos que el conjunto perteneció a un taller de platería por las propias características de las piezas: junto a obras terminadas, listas para su venta, encontramos piezas en ejecución, sin terminar de elaborar, planchas e hilo de plata utilizado como materia prima e incluso algunos vasos y recipientes que parecen haber sido preparados para fundirlos y obtener así la plata que serviría para nuevas elaboraciones.

¿Por qué sabemos la fecha en que se produjo el ocultamiento? En primer lugar, por la tipología de las piezas. Los objetos arqueológicos, al igual que los que utilizamos hoy en día, estaban preparados funcional y estéticamente para ser utitilizados por la sociedad para la que se producen. En el caso de objetos de plata, como los que forman este tesorillo, su función no sería únicamente la de sujetar una capa o servir de recipiente para líquidos, sino que por encima de todo ello tenían la clara función de marcar la alta posición social de quien los poseía. Su estética, por lo tanto, debía estar perfectamente adaptada a la moda del momento. Y las modas, al igual que hoy en día, cambian. Quizá en nuestros días hemos acelerado y los cambios de modas se producen a mayor velocidad, pero siempre las modas han cambiado. Eso permite a los arqueólogos contar con un método muy fiable para datar los objetos. En este caso, puede considerarse que estas piezas de plata responden a modelos que "estaban de moda" a fines del siglo II a.C. Pero, además, en el conjunto aparecen un total de 200 monedas de plata. Y la fecha de estas monedas también es indicativa del momento en que pudo producirse la ocultación: entre fines del S. II y mediados del siglo I a.C.

Otilia y Catalina, halladoras del tesoro


martes, 10 de julio de 2012

Sobre el Tesoro de los Almadenes y su procedencia

Foto: Museo Arqueológico de Córdoba

Recientemente, a través de la sección Cartas al Director de Diario Córdoba hemos visto renacer una vieja polémica en torno al término municipal de procedencia de un conjunto arqueológico que está entre los más destacados de cuantos han aparecido en Los Pedroches: el Tesoro de los Almadenes. Protestaba en esa carta un lector por el hecho de que en ese Diario había aparecido otra vez vinculado dicho hallazgo al término municipal de Pozoblanco, cuando la zona de la Mina de los Almadenes pertenece al término de Alcaracejos.

Realmente, poca polémica puede existir en torno a este asunto. Está claro que el lugar del hallazgo está en término de Alcaracejos, prácticamente en el límite con el de Añora, como muy bien señalara A. Merino en un artículo hace unos años. Sin embargo, al Museo Arqueológico llegó desde Pozoblanco, ya que quien lo entregó fue el farmacéutico D. Moisés Moreno, que lo había comprado a la familia de Villaralto que lo había encontrado en 1925. Llegó, por tanto, procedente de Pozoblanco con origen en término de Alcaracejos. Quizá por ello, o tal vez porque, como señala A. Merino en el citado artículo, la división de términos municipales era, en los años 20 del siglo pasado, todavía demasiado reciente, el caso es que tanto en la documentación del museo como en la literatura científica se consolidó el nombre de "Tesoro de los Almadenes" para este conjunto de piezas, y Pozoblanco como el lugar de procedencia.

Hace sólo unos años, con motivo de la renovación del sistema de documentación del museo, que coincidió con el diseño del programa expositivo para el nuevo edificio, desde esta institución se comenzó a corregir este viejo error. Así, en la ficha correspondiente a la actual exposición se lee claramente, como recogió en su día Solienses, Alcaracejos como su lugar de origen. Pero la corrección de un error histórico como este no es fácil. Porque no podemos reescribir los artículos de Samuel de los Santos, ni los catálogos de exposiciones, que muchos autores siguen utilizando como base para sus trabajos. Incluso, en esta ocasión concreta, el propio Departamento de Difusión del museo puede ser el origen de un error que, para mí que he trabajado directamente en él, resulta fácilmente disculpable. Eso sí: siempre es bueno, como en este caso, informar al museo para que desde la propia institución se impulse la necesaria corrección. Porque este asunto, sin ser trascendental, no deja de tener su importancia.

Poco a poco el nombre de Alcaracejos irá consolidándose en unión al de Los Almadenes. Aunque el tesoro no está relacionado sólo con Alcaracejos, sino también con Añora, en cuyo límite apareció, con Villaralto, de donde eran naturales los niños que lo encontraron, o con Pozoblanco, población con la que está directamente relacionada el área de los Almadenes, y a la que fue a parar el conjunto antes de su ingreso en el museo. Pero es que estas piezas también nos hablan de la Meseta norte, de donde procedería el artesano celtíbero que lo ocultó, de la rica Bética, a donde se dirigía para hacer negocios, y de la República Romana, que esos momentos estaba consolidando su dominio sobre la Península Ibérica. Porque estas pocas piezas que un platero ambulante escondió al borde del camino de Córdoba a fines del siglo II a.C. pueden contarnos muchas cosas. Y algunas, las reservo para una próxima entrada.

domingo, 1 de julio de 2012

Centro de Interpretación de las Siete Villas de Los Pedroches


El pasado viernes, dentro de las III Jornadas de Historia Local de Pedroche, me tocó explicar cómo y por qué se ha creado el Centro de Interpretación de las Siete Villas de Los Pedroches, situado frente a la ermita de Nuestra Señora de Piedrasantas.

La ermita, vista desde la entrada del centro.

Sala de conferencias
No tiene mucho sentido intentar repetir aquí mis palabras, de las que ya han dado cuenta tanto en la prensa como en el blog referente de la cultura comarcal.  Ni tampoco intentar realizar un seguimiento completo de las jornadas, que es tarea que cumple perfectamente el blog Pedroche en la Red.

Pero sí quiero dejar constancia de que, aunque esta vez me ha tocado a mí presentar el proyecto, éste ha sido fruto del trabajo de muchas personas. Entre ellas, destaco en primer lugar al Ayuntamiento de Pedroche, promotor de la idea. Santiago y Pedro han estado siempre atentos y han trabajado para que el sueño de recuperar la destartalada construcción situada frente a la ermita, sea finalmente una realidad, y ésta se convierta en un espacio público para el disfrute de los vecinos de Pedroche, de la comarca y de todos los que nos visitan. Y cuando digo han trabajado lo digo con conocimiento de causa: porque sé que no sólo le han dado vueltas a la cabeza para buscar las mejores soluciones, sino que también han comprobado eficazmente el peso de módulos y vitrinas cuando había que subirlas a la planta alta.
Área de biología - geología, abierta a la dehesa y al Santa María.

En cuanto al diseño definitivo y montaje expositivo, es una tarea con la que sufrió (y espero que también disfrutara) Silvia Muñoz. Que contó con el asesoramiento del geólogo Antonio María Cabrera y de los biólogos Pedro López y Pedro López, y con el trabajo de diseño de Transi Fernández.

Área expositiva de Histoira. Al fondo, las bancas de las Siete Villas

Bancas ante una imagen antigua del interior de la ermita.

Área expositiva dedicada a Los Piostros.