viernes, 21 de septiembre de 2012

Leyendas e historia: sobre la Virgen de Luna - I

Los hermanos, llegando a la ermita. (Foto de SjR en Panoramio)


Las reflexiones en torno al sustrato histórico que puede permanecer bajo la leyenda del flautista de Hamelín me han llevado a pensar en otras leyendas más cercanas, cuya base histórica también permanece parcialmente oculta detrás de efectistas recursos narrativos. Un ejemplo lo tenemos en la comarca de Los Pedroches con la leyenda en torno a la Virgen de Luna. No me refiero ya a su legendaria aparición a un pastorcillo (aquí, la versión de Adolfo de Torres), que cuenta con muchos elementos comunes a otras historias marianas, sino a la pérdida de derechos sobre la imagen por parte de los vecinos de Pedroche.

Según la tradición, la Virgen de Luna era venerada por igual por los vecinos de Pedroche, Pozoblanco y Villanueva de Córdoba. La imagen era llevada en procesión a cada uno de los pueblos, donde pasaba tres meses, permaneciendo los tres restantes en su ermita de la Dehesa de la Jara. Pero un día, una gran tormenta provocó la subida de nivel de los arroyos, y los vecinos de Pedroche desistieron de ir a recoger la imagen al santuario, perdiendo todos los derechos que tenían sobre la misma. A partir de ese momento, la Virgen de Luna pertenecería únicamente a Pozoblanco y Villanueva de Córdoba, y permanecería cuatro meses en su ermita y otros cuatro en cada uno de los pueblos.

No he encontrado ningún documento que haga referencia directa a ningún suceso parecido a este. De hecho, no conozco ninguna mención documental directa a la relación de Pedroche con la Virgen de Luna aunque, como puso de manifiesto Antonio Merino en un artículo sobre el tema publicado en la revista Demófilo (núm. 17, 1996), este culto siempre ha tenido una gran importancia en toda la comarca. Y, a pesar de que no podemos constatarlo documentalmente, la historia de nuestra comarca nos permite pensar que detrás de la leyenda hay, cuando menos, cierta parte de verdad. De hecho, todo parece indicar que, si exceptuamos el recurso literario o narrativo de la gran tormenta, la leyenda pudo tener una clara base histórica.

Entiendo la historia como la sucesión de hechos que tienen lugar en un espacio y un tiempo determinado. Por lo tanto, si intentamos delimitar la verdad histórica que puede esconderse tras la leyenda, creo que debemos comenzar delimitando el tiempo y el espacio en el que estos hechos pudieron producirse. Si fuera cierto algo similar a lo descrito en la leyenda transmitida por tradición oral, la primera pregunta que podemos plantearnos es ¿cuándo habría ocurrido? Sin duda alguna, estos hechos debían haberse producido antes de que contemos con documentación que demuestra claramente la vinculación de la Virgen de Luna a Pozoblanco y Villanueva, que comienzan a aparecer en el siglo XVII. A partir de este momento, ningún documento muestra a Pedroche como copartícipe de esta fiesta, ni siquiera en aquellas ocasiones en que los documentos del siglo XVII se refieren a ritos y tradiciones bien establecidas desde antiguo. Tanto Moreno Valero como González Peralbo documentan obras en la deteriorada ermita de la Jara desde fines del siglo XVI. Y contamos también con diferentes menciones a un pleito relacionado con los derechos que tanto Pozoblanco como Villanueva reclamaban, que se fecha en 1589. Sin ninguna alusión a Pedroche. Este sería el denominado terminus ante quem, lo que significa que los hechos históricos, en caso de haberse producido, habrían tenido lugar antes de esta fecha. Poco tiempo después, ya se habrian integrado en el imaginario popular a través de la tradición oral.

Tampoco es tan difícil como podría pensarse en principio deliminar un terminus post quem, es decir, definir una fecha que sirva de límite temporal, a partir del cual pudo producirse el hecho. En el caso que nos ocupa, resulta en este sentido fundamental comprobar cómo Pedroche, Pozoblanco y Villanueva de Córdoba aparecen en la leyenda como núcleos de población dotados de idéntica importancia y entidad jurídica. Por lo tanto, en principio podemos pensar que Pedroche habría perdido sus derechos sobre la Virgen de Luna una vez que ni Pozoblanco ni Villanueva eran ya aldeas suyas, sino las dos villas "en sí". En este caso, tendríamos que irnos a la segunda mitad del siglo XVI, cuando tanto Pozoblanco (1478) como Villanueva de Córdoba (1553) habían conseguido obtener su privilegio de villazgo (al proceso de formación de las diferentes aldeas de Pedroche, como Pozoblanco y Villanueva, me referí hace algún tiempo. Ver 1 y 2).

Sin embargo, no tengo totalmente claro que tengamos necesariamente que situar esta leyenda después de 1553. En primer lugar, porque a pesar de ser legalmente aldea de Pedroche, la antigua Encina Enana había cambiado su nombre por el de Villanueva de Córdoba en 1499, dando desde entonces claras muestras de sus deseos de independencia. De hecho, todavía no he llegado a entender bien cómo pudo verse obligado a aceptar el concejo de Pedroche el nombre de "Villanueva" para un núcleo que aún dependía de él y que, por lo tanto, debería haberse llamado "Aldeanueva". En segundo lugar, porque esa leyenda se transmitió en las dos poblaciones menores, Pozoblanco y Villanueva, que muy bien habían podido adaptar legendariamente la realidad a sus propios intereses de reafirmación de su identidad frente a Pedroche. En cualquier caso, la pérdida de derechos por parte de Pedroche, de haberse producido, habría tenido lugar como muy pronto una vez superados los problemas iniciales ocasionados por la formación del primitivo concejo de aldea en Villanueva.

Por lo tanto, este hecho no pudo tener lugar antes de inicios del siglo XVI, ni después de 1589. Y no debemos de olvidar que, dentro de ese marco temporal, contamos con una fecha muy significativa para la formación de las nuevas identidades locales en la comarca: el año 1553. Hablaríamos, pues, de una fecha cercana a la mitad del siglo XVI.

[continuará]

1 comentario:

Anuncia dijo...

Muy interesante. Nunca se me hubiera ocurrido pensar en otra versión de lo que siempre he escuchado: la tormenta. La oía contar tan de cerca que pensaba habría ocurrido 40 o 50 años antes de yo escucharla por primera vez. Aguardo impaciente tu segunda parte.