jueves, 9 de junio de 2011

Diccionario RAH (2): ciencia y método

Acto de presentación del Diccionario Biográfico Español


El Diccionario Biográfico Español es un gran proyecto de la Real Academia de la Historia (RAH), impulsado hace años por Esperanza Aguirre desde el Ministerio de Educación. Con un coste cercano a los seis millones y medio de euros, cuando se han publicado los primeros tomos de la obra hemos sabido que algunas entradas han sido redactadas partiendo no de un análisis científico de los datos disponibles, sino de una postura política e historiográfica que todos creíamos superada. Algunos personajes de la España del siglo XX no aparecen biografiados sino que parece que, como con el santoral católico, les han redactado una verdadera hagiografía.

El principal problema parte de propia concepción de la obra, en la que falta cualquier atisbo de metodología científica, y en el funcionamiento de la institución encargada de la edición. En este sentido, me ha parecido especialmente acertada la opinión de Juan Pablo Calero, doctor en Historia Contemporánea y profesor de instituto. Calero define a la RAH como uno de esos “cadáveres exquisitos que sestea gracias a su inacción y a la inercia de los Presupuestos Generales del Estado”. Realmente, muy pocos historiadores muestran interés en convertirse en miembros de la RAH, ya que sus ambiciones académicas quedan colmadas en su trabajo en la Universidad. Muy pocos aspiran a ingresar en la RAH, y eso la convierte en una institución cerrada, gobernada por y para “los amiguetes”. Reflexiona además sobre la importancia de que los especialistas en Historia Contemporánea han olvidado la divulgación histórica, que dejan en manos de pseudohistoriadores muy ideologizados.

La selección de los biógrafos:

La distancia existente entre la mayoría de los historiadores y la Academia ha provocado uno de los problemas básicos del Diccionario: la selección de los autores de las biografías. Especialmente polémica ha resultado la designación de Luis Suárez Fernández para redactar la biografía de Franco. Suárez es un medievalista de reconocido prestigio, al que la RAH encargó (según su director, Gonzalo Anes, previa petición del propio Suárez) la entrada dedicada a Franco. Resulta curioso que para este importante texto no se escoja a ningún especialista en Historia Contemporánea, sino a un medievalista que ostentó altos cargos durante la dictadura, miembro del Opus Dei y hombre de confianza del propio dictador, que le encargó la dirección de la Fundación Francisco Franco.

El propio Aznar, Esperanza Aguirre, Rita Barberá y otros políticos del Partido Popular han sido biografiados por personas (no siempre historiadores, ni siquiera) que ostentaron u ostentan cargos públicos directamente dependientes de ellos. Y, como señala un artículo del Diario Público, en esta ocasión la historia por encargo beneficia al que paga.

El muy prestigioso historiador Santos Juliá detalla cómo no le encargaron la biografía de ninguno de los personajes sobre los que él ha investigado (y que aunque él no lo diga por prudencia son personajes, como Azaña, sobre los que él sabe más que nadie), sino que le ofrecieron un personaje secundario. Con buen criterio, a mi parecer, rechazó el encargo pues aceptarlo habría supuesto validar con su firma una obra ideada desde el principio con muy dudosos criterios científicos.

Metodología de partida:

Gonzalo Anes, director de la RAH, afirma que cada biógrafo es responsable único del texto que ha escrito, y que la Academia no ha querido ejercer ningún tipo de “censura” para garantizar la libertad de los autores. Y aclara que las “correcciones” de los textos originales, a las que se había referido en varias ocasiones, no responden a ningún criterio metodológico más allá de pulir posibles errores tipográficos. 

En diferentes ocasiones, Anes se ha referido al diccionario biográfico de Oxford como el modelo seguido, aunque en aquel caso la metodología empleada es claramente diferente: cada texto es revisado hasta en 14 ocasiones por diferentes personas antes de ser publicado. Y no es que sea un método “británico”, sino una metodología que hoy en día está presente en la programación de cualquier congreso científico o en el sistema de revisión de originales presentados a las más prestigiosas revistas de investigación. En todos estos casos, los textos son evaluados por un mínimo de tres especialistas, que curiosamente reciben el nombre de “censores”. Es totalmente increíble que una institución supuestamente científica obvie esta premisa metodológica básica cuando el resultado es una obra dotada de un cierto carácter oficial y costeada a través de los impuestos de todos los españoles.

Cuestiones de terminología:

Aunque en otra entrada daré algunas pinceladas sobre los contenidos más polémicos, dentro de los graves errores metodológicos con los que se ha concebido esta obra no me parece menor la cuestión de la terminología empleada. “Glorioso Alzamiento Nacional, salvador de la Patria” o “Cruzada” son términos con los que algunos autores se refieren al golpe de Estado de 1936 que dio inicio a la Guerra Civil. Franco fue, según Suárez, “Generalísimo y Jefe del Estado Español”. Y al lado contrario, el de la República legalmente constituida, se encontraba el “Ejército Rojo” y “los enemigos”. Unos enemigos que pasaron a formar posteriormente grupos de resistencia (maquis) calificados como “bandoleros-terroristas”. En ocasiones, esta tendencia llega a extremos increíbles, como cuando la narración sobre los 1.000 ajusticiamientos que tuvieron lugar tras la toma de Almendralejo califica este hecho como “normalización de la vida ciudadana”. 

En definitiva, en muchas de las entradas se utiliza la terminología creada en su momento por los servicios propagandísticos del “Régimen”, que Luis Suárez considera adecuada por coincidir con la utilizada en ese momento histórico. Unas razones que no soportan el más mínimo análisis, ya que de admitirlas tendríamos que reescribir toda la historia. ¿O es que en los estudios sobre al-Andalus tenemos que llamar a los cristianos “politeístas” por ser este un calificativo que les aplicaban frecuentemente las fuentes árabes de la época?

En definitiva, esta obra flaquea desde su base, al sustentarse en una metodología acientífica. Problema que, si es grave en cualquier publicación histórica, lo es mucho más en una edición financiada por el Ministerio de Educación y coordinada desde una institución de rimbombante nombre, la Real Academia de la Historia, que los ciudadanos pueden confundir con un foro representativo de todos los historiadores del país.

4 comentarios:

Jerónimo Sánchez dijo...

Extracto algunas frases demoledoras de este discurso, que viene muy a cuento y explica cómo funcionan algunas cosas en esa santa casa...

DISCURSO LEÍDO EL DÍA 1 DE JUNIO DE 2008
EN LA RECEPCIÓN PÚBLICA DEL
EXCMO. SR. DON LUIS A. GARCÍA MORENO
Y CONTESTACIÓN POR EL
EXCMO. SR. DON LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

LEOVIGILDO. UNIDAD
Y DIVERSIDAD DE UN REINADO

"Pues ni puedo, ni además quiero, ignorar que todo proceso de cooptación supone siempre más una gracia, y de veras que muy gratuita, de los que la otorgan, que un derecho objetivo del beneficiado."

"Don Gonzalo Anes, nuestro director, merece unas particulares palabras de cariño y de respeto. De lo segundo porque es admirable la destreza y discreción con la que guía la nave académica, como he tenido ocasión de apreciar como miembro correspodiente de esta casa".

En fin... sin comentarios....

Anónimo dijo...

Jajaja, los amigos de sus amigos no son mis amigos!...
Lo peor es que esto quedará para la posteridad.

Anónimo dijo...

Lo del Diccionario sólo ha sido la salida del armario de la Academia.
En el Boletín de la misma de 1992 Garcia Moreno dedicaba un artículo "Al rey Rodrigo y a cuantos murieron con él defendiendo, sin saberlo, la libertad y el progreso frente a la intolerancia y el totalitarismo".
Vamos, haciendo méritos para poder entrar en tan rancia institución.

(García Moreno, L.A.: "Los últimos tiempos del reino visigodo", Boletín de la Real Academia de la HIstoria, 1992, págs. 425-459)

Nemigo dijo...

es muy de agradecer intentar argumentar contra el despropósito de la RAH
Pero quizá no sea necesario. Es evidente que el trabajo no tiene nivel y como tal queda para consumo interno. Una especie de autobombo.

Recordemos también que la RAE fue en su día otro ejemplo de corporativismo inútil. Espoleada supo abrirse a nuevas aportaciones. Era eso o desaparecer. Los 80 años de media que tienen los presuntos historiadores y sus costumbres del OPUS (iniciar las sesiones rezando y encomendandose a dios) no ayudan a democratizar la institución

Ah, que se me olvidaba.
La situación de la RAH recuerda al chiste de castelao:
-Por que no le das de comer al perro?
-Para lo que hace
-Entonces porque no lo matas?
-Para lo que come